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Y qué pasa si ya no quiero volar. Si las ganas que tenía se han ido y me han dejado tirada. Que solo me quedan mis pies y un bolígrafo y un cuaderno para encontrarme a mí misma, y no sé si eso es suficiente.
Que las intenciones, los objetivos, las ganas, las esperanzas no son las mismas si no estás aquí.
Que no se necesitan dos para tirar, pero se hace más fácil.

Gustaríame poder dicir que todo isto non é máis ca unha casualidade. Que ninguen de nós está aquí por unha razón concreta, que o noso destino non o fomos escollendo nós mesmos a cada paso que fomos dando. Gustaríame poder dicilo, pero non podo, sei que non é asi. E ti tamén o sabes. E él. E ela. E tamén aqueloutro. Todos o sabemos. E o máis triste é, que ninguén pode cambialo.

Los pneumáticos siempre fueron un objeto indispensable.

Siempre me ha gustado tu forma de entender las cosas. Tan sencilla, tan simple. Nunca le diste demasiadas vueltas a algo, y si lo hiciste, siempre encontraste una solución. Tu forma de ver la vida, de verlo todo en general; a la gente, los problemas, la historia... siempre fuiste una referencia en cuanto a la forma de pensar. Nunca supe cómo lo hacías, pero conseguías sorprenderme cada vez más, y casi todas las veces era para mejor, y lo sigue siendo.
No pretendo decirte nada con todo esto, bueno si, que te quiero, y que te admiro, por todo lo que has hecho y por lo que haces. Nunca cambiaste por nadie ni por nada, y eso es algo que siempre me llamó la atención y que me gustó de ti. Gracias por dedicarme tu tiempo y regalarme tantas cosas.


 

Hay gente que no sabe, o no quiere saber, que las cicatrices, las marcas grabadas a fuego en nuestra piel, son retazos de amores pasados. Que cada una de ellas se queda a modo de macabro recuerdo para que algún día te acuerdes de que fuiste querido, y de que quisiste. Yo tengo muchas, amor, y todas ellas de la misma persona, que vino para irse y para volver más tarde. No sé cuándo volverá otra vez, pero ojalá lo haga, aunque no lo creo. Ojalá. Solamente para tener otra de esas marcas, otro recordatorio de que aún me sigue queriendo y sigue siendo igual que antes, aunque por momentos no lo sea.

Escribe y deja vivir

Me apetecía escribir y no sabía el qué. Uno de tantos días en los que te tumbas a mirar el cielo y puedes estar así horas, en paz,  sin que ningún pensamiento pase por tu cabeza, solo observando el recorrido de las nubes. No podía creerme que el tiempo pasara tan despacio y en cambio, yo no lo viera. Nunca supe apreciar las cosas, y creo que el tiempo no es una excepción.

Cuanto más crees ver, menos ves en realidad.

Y así es siempre. Una y otra vez. Las cosas se repiten y no puedes hacer nada para evitarlo, seguramente, ni te des cuenta de que lo están haciendo. Que la vida son ciclos y ciclos de la misma mierda. Que no puedes hacer nada para salvar a los demás y mucho menos para salvarte a ti. Que todo es lo que parece, pero a la vez no.

Walking the street from morning to night

Escribió la canción más triste y ni siquiera supo cómo pudo haberlo hecho. La que solía hacernos reír cuando estábamos mal y que lo veía todo con una positividad que no habíamos visto en nadie más. ¿Qué le pasaría a la pequeña Judy? Se encerró en si misma y no supo cómo salir. Me acuerdo que ella quería recordar las cosas que hacíamos antes todos juntos, las que nos hacían divertirnos y con las que nos reíamos y lo pasábamos bien, que nos olvidábamos de lo demás por unas horas, pero decía que no podía acordarse de ellas, que las había olvidado. Salió a dar un paseo y no la volvimos a ver. Y ahora, como siempre hacemos, nos acordamos de ella y nos preguntamos dónde estará, si estará bien o seguirá como la última vez que la vimos; sin una sonrisa en su cara como solía tener antes.