domingo, 29 de septiembre de 2013

¿Y cuántos más...?

Los constantes recordatorios de que no estamos haciendo nada bien y de que tenemos que centrarnos más. Los gritos para que nos demos más prisa en llegar a la meta. Esas voces que no te paran de decir que tienes mejorar y sobrepasar los límites y ser mejor cada día, mejor de lo que eras ayer y peor de lo que serás mañana. Con todo eso encima no me extraña que cada vez nos hundamos más. Hagamos lo que nos apetezca y no lo que los demás quieren. Algo que me debería de aplicar también a mí misma.


lunes, 23 de septiembre de 2013

Limoneros en huelga

¿Sabes lo que no me gusta? La rutina. El levantarte por la mañana y saber que ese día va a ser igual que el anterior y así siempre. No me gusta nada que la vida no me sorprenda. Es algo triste y vacío, como la piel de una naranja... pero sin olor. Te acabas hartando tanto de hacer siempre lo mismo que al final ya no sabes qué hacer para librarte de ella. Pero, ¿sabes qué? Si tú estuvieras en ella, a lo mejor sería un poco más bonita y le tendría más cariño.

 

viernes, 20 de septiembre de 2013

How to save a life

Y entonces, acuérdate que siempre te quedará la música para esos días en los que te sientes tan solo. Es la única que siempre está ahí, a veces te confunde pero al final... siempre acaba recordándote que tengas cuidado con las cosas, que nada es lo que parece.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Cuando pensamos y no se nos viene nada a la cabeza. Cuando miramos pero no vemos. Cuando andamos por andar. Cuando echamos de menos. Cuando cantamos canciones y se nos olvida el principio de una estrofa. Cuando nos cuesta entender un problema. Cuando el problema somos nosotros. Cuando nos aburrimos de eso. Cuando el tiempo está frío... y tú congelado.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Recuerdo cuando, hace ya más de tres años, me venías a buscar todos los días a casa y nos íbamos a perder por ahí. Una tarde. Un día. Una semana... ya veríamos cuánto tiempo. Salíamos por la puerta y desaparecíamos, el suficiente tiempo como para echar de menos nuestro sitio pero no tanto como para no querer volver a irnos en unos cuantos días. Recuerdo cuando apreciaba la longitud de un día gracias a lo mucho que caminábamos durante ellos, y lo bien que eso sentaba. Recuerdo, y sé que tú también. Y ahora también es verano, y pocas cosas han cambiado; me sigue gustando perderme por ahí, sigo aprendiendo de todo un poco... pero todo sin ti. Lo cual no sé si es lo mejor, pero, como ya dije, aprendí a aceptarlo.