Cinco bajo cero.

Cada día que pasa, cada nuevo día, uno detrás de otro, tengo las mismas ganas. Y me refiero a todo. 

Realmente, no sé por qué, pero las únicas alegrías en mi vida en este momento son el tabaco, la cafeína y la cerveza. Bueno, en realidad no, estoy rodeada de muy buenas personas que siempre han estado ahí (gracias), pero sinceramente, todas ellas las eclipsas tú. Y no sé si darte las gracias, porque no es bueno.

Sin poder

Empezábamos el día en la playa, tirados en la arena. Normalmente con una o dos cervezas en nuestras manos, o una botella de ron. Mirábamos al mar mientras le dábamos un trago a nuestra bebida, aprendimos a "desayunar" como los campeones. Después nos mirábamos y nos reíamos, nos reíamos mucho, a carcajada limpia, acordándonos de la noche anterior y tomando con humor los, probables, errores cometidos. No nos importaba, la cuestión era pasárselo bien.

Empezábamos a andar por las calles de la ciudad cuando la gente ya empezaba a llegar a la playa, y a veces, de camino a nuestra habitación, caía un tatuaje o piercing inoportuno. ¿Qué importa? Eran recuerdos, y ahí siguen.

Así, cada uno de nosotros, pasamos los días. O a lo mejor es como nos hubiera gustado pasarlos.

Cada vez que pienso en lo que se debe hacer en ciertas situaciones acabo llegando al mismo punto: nada.

Al final todo es lo mismo, y, en realidad, nada es igual. Incoherencias. Así somos. Así fuimos. Así seremos. Nada nos va a cambiar.

Voltando...

Poderíavos dicir moitas cousas. Cousas como que as estrelas están ahí para ser vistas, e que as persoas que non as contemplan é porque non saben apreciar as cousas bonitas da vida. Poderíavos dicir tantas cousas que ao final non creo que vaiades a creer ningunha. É por iso, que non podemos confiar tanto en todo o mundo. Ao final, é  certo, as únicas persoas nas que podemos confiar plenamente somos nós mesmos. E en moitos casos, nin sequera.