domingo, 1 de septiembre de 2013

Recuerdo cuando, hace ya más de tres años, me venías a buscar todos los días a casa y nos íbamos a perder por ahí. Una tarde. Un día. Una semana... ya veríamos cuánto tiempo. Salíamos por la puerta y desaparecíamos, el suficiente tiempo como para echar de menos nuestro sitio pero no tanto como para no querer volver a irnos en unos cuantos días. Recuerdo cuando apreciaba la longitud de un día gracias a lo mucho que caminábamos durante ellos, y lo bien que eso sentaba. Recuerdo, y sé que tú también. Y ahora también es verano, y pocas cosas han cambiado; me sigue gustando perderme por ahí, sigo aprendiendo de todo un poco... pero todo sin ti. Lo cual no sé si es lo mejor, pero, como ya dije, aprendí a aceptarlo.

4 comentarios:

  1. No queda más remedio que aceptar las cosas. Porque no existe nada inmutable y eso conlleva cambios en mayor o menor medida que debemos aceptar y poder llebar.
    Bonito blog!
    Te sigo (:

    ResponderEliminar
  2. Aveces no queda ma que vivir del recuerdo de esos días donde las horas eran cortas porque te encontrabas con esa persona bellísimo tu blog

    ResponderEliminar
  3. :( se nota que no te hace feliz aceptar eso

    ResponderEliminar