Te podría escribir cientos y cientos de cartas contándote mil cosas y seguirían sin ser suficientes. Te podría llamar a las tantas de la madrugada solamente para escuchar tu voz o caminar durante horas para ver tu cara, por muy cliché que suene. Te podría hacer café todas las mañanas y seguro que todas ellas me sabrían a pocas. Podría hacer muchas cosas, ¡hasta olvidarme de ti, si algún día lo quisieras!
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