viernes, 26 de abril de 2013

El tiempo vuela y las cosas pasan.


Necesitaba un descanso de todo aquello, así que me lo tomé y salí fuera a respirar un poco. ¡Qué casualidad que justo en el momento en el que salí por la puerta, tú pasabas con tu coche rojo de camino hacia casa de sabe Dios qué tío! Pero no me importó, porque a pesar de que aún te seguía recordando, tu vida seguía siendo mucho más triste que la mía. Y, por una parte, eso me alegraba.

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