domingo, 19 de mayo de 2013

En días como este solía abrir la ventana y dejar que la fresca brisa entrara en mi habitación y la llenara de olor. También pensaba mucho, en todo. No había temas concretos, simplemente pensaba. Aunque si que es cierto, que pensaba bastante en ti y en todas esas cosas que eran tan nuestras y tan poco de los demás. Era todo tan... especial. Teníamos algo distinto, ni tú ni yo habríamos podido describir cómo o qué era, pero estábamos de acuerdo en que estaba ahí.
En días como este solía acordarme de ti, y entonces, te echaba de menos. Me venían a la cabeza las risas y los planes que habíamos hecho tan imprevistos e ideales... ¡una pena que nunca los pudiéramos llegar a realizar! Solía acordarme de ti, sobre todo, por la facilidad con la que ofrecías tus brazos para abrazarme y tu hombro para que llorara un rato, aunque también por lo sencillo que te resultaba hacerme reír y que me lo pasara bien. Me acuerdo de tantas cosas... incluso me acuerdo de cuando me dijiste que yo había sido tu primer amor, entonces, me acuerdo de lo mucho que te quería, y de cuánto aún lo hago ahora.
En días como este son en los que me gustaría volver a hace tres años, cuando tú y yo aún éramos así y nadie nos había robado la magia.



Lo que me gustaría que entendieras con todo esto, es que siempre has tenido esa parte tan diferente y especial de ti que ha sabido sacar lo mejor, en muchos sentidos, de mi, y que, justo por eso, siempre te voy a querer, por mucho tiempo que pase y por muchos nuevos primeros amores que pasen por tu vida.

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