Nos creíamos que lo teníamos todo, que estábamos en la cima, que éramos los reyes. Invencibles. Envidiados. Aunque la realidad era muy distinta. La realidad era que no sabíamos ni entendíamos nada de lo que estábamos haciendo, lo hacíamos por inercia, porque queríamos y porque nos apetecía. No teníamos en cuenta a los demás, ni siquiera nosotros mismos, solamente pensábamos en conseguir eso que anhelábamos.
Aunque a lo mejor por eso mismo era por lo que estábamos tan altos.
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